lunes, 27 de julio de 2009

Marcela Andino: "Buena idea para invitar a leer"

La educadora y directora de la biblioteca municipal rosarina habla del rol sustancial que tienen los adultos para estimular la lectura en los chicos.
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Marcela Andino dirige la Biblioteca Municipal José Manuel Estrada desde 1990. Evalúa como una "buena idea para invitar a leer" que los maestros hayan sugerido como tarea a sus alumnos comprar un libro determinado.

En la sala de Córdoba y Servando Bayo se realiza una intensa labor con las escuelas e instituciones de la zona, siempre con el objetivo de motivar a la lectura. Tan es así, que el años pasado la biblioteca fue reconocida con el Premio Pregonero a Biblioteca 2008, en la 19º Feria del libro Infantil y Juvenil, que todos los años se realiza en Buenos Aires.

El contacto y trabajo del equipo de educadores de la Estrada es codo a codo con los chicos y maestros del barrio. Desde ese lugar, es que Marcela Andino rescata que la mejor manera de acercar a los más pequeños a los textos, es través de estrategias recreativas, de las que también disfruten los adultos.

Por estos días la sala se ve afectada por la merma de público, como consecuencias de las pedidos de las autoridades sanitarias, ante la pandemia de gripe A. “Hay menos movimientos de consultas, sólo se mantiene un poco más en la sala multimedia donde concurren quienes tienen que terminar un trabajo, por ejemplo”, cuenta Andino, aunque ofrece el espacio para ir a buscar libros también.

¿Es una buena idea la elegida por las escuelas para instalar el libro infantil desde las tareas?

Sí, realmente lo es. Todo lo que lleve que al niño y al adolescente a acercarse a la lectura sirve, es válido. Además, por el aislamiento impuesto por la gripe A, ayuda para que el chico no esté constantemente frente a la pantalla, ya sea de videos juegos, de la computadora o la tele. Es bueno aprovechar el aislamiento en la casa para revalorizar el contacto con el libro en papel. Desde la biblioteca, nosotros manejamos este tipo de acercamiento a la lectura a través del juego, de visitas guiadas, por ejemplo. También desde una propuesta o actividad puntual, donde trabajamos en forma conjunta con las escuelas de la zona. Siempre la idea es recomendar la lectura.

¿ Qué estrategias le daría a un papá o mamá que cree que si su hijo debe elegir entre compu y libros, se decidirá por la primera?

Primero debe saber que la lectura que le ofrezca debe ser agradable. Y por eso pienso también que hay que volver a comprar libros, a veces no podemos pretender entusiasmar a los chicos con lo que tenemos en casa de 20 años atrás. Creo que hay que volver a comprar libros, recuperar esa cultura, aunque es verdad que a veces esta posibilidad se limita por el valor poco accesible que tienen. Hablo aquí de aquellos textos para los más pequeños, realmente atractivos.

Si tuviera que sugerir alguna lectura para los chicos de la primaria, ¿cuál sería?

La sugerencia es que los padres vayan con el chico a la librería a elegir qué comprar, y si no se puede comprar los traería a la biblioteca.

Pasa que los padres dicen que si van con sus hijos a las librerías, gastan más, porque eligen mas los tipo “Barbie”...

No, yo hablo de ir y elegir juntos. Que la palabra del adulto sirva, que el chico se fascine con el material, que el cuento lo siga contando la mamá, el papá o la abuela. Eso es posible si el libro es atractivo, tanto que invite a leer juntos. Y esto corre tanto para los más chiquitos como para los que ya tienen 12 años o más. Esto significa algo así como volverse a enamorar del libro, para elegir lo justo.

¿Habla entonces de una tarea también para los padres?

Sí, de disfrutar juntos. Que lean juntos a los chicos, ya sean libros de animales que gustan tanto o novelas. Si ellos los disfrutan, seguro que nosotros también. Insisto en que hay que tener el compromiso de sentarse, de acercarse y de disfrutar juntos, de esa manera los pequeños verán qué bueno es tener un libro en la mano.

jueves, 23 de julio de 2009

Raúl Lemesoff: Arma de Instrucción Masiva

Raúl Lemesoff es un artista. Su obra, el Arma de Instrucción Masiva (ADIM), es un tanque con el que viaja por las calles de Buenos Aires regalando libros y aceptando donaciones de libros a su paso. educ.ar lo entrevistó en uno de sus recorridos por la ciudad.

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Lemesoff compró un Ford Falcon de 1979, que perteneció a las Fuerzas Armadas argentinas, para destruirlo y transformarlo en este vehículo que interviene de forma sorprendente en el circuito de comunicación cotidiano de la gente.

El ADIM provoca un impacto visual casi cinematográfico. Mientras los transeúntes quedan boquiabiertos, lo señalan, le sacan fotos, Lemesoff –que encarna el espíritu del ADIM– los invita a tomar un libro. La sorpresa allí se hace doble: la gente no puede creer que le estén regalando algo. Lo que espera Lemesoff es un intercambio: “si el arma se cruza en tu camino no dudes en elegir un libro, llevártelo y comprometerte a donar algunos libros que tengas en tu casa. El ADIM pasa y los recolecta: escribí a armadeinstruccionmasiva@hotmail.com, se aceptan todo tipo de libros”, dice Raúl.

De una forma autónoma y no convencional el ADIM también estimula la lectura. La clasificación de libros, cuenta Lemesoff, se hace cuando se recibe una gran donación: se separan los textos para el ADIM y los textos para llevar en paquetes a instituciones, escuelas, barrios carenciados, etcétera.

El Arma de Instrucción Masiva planea viajar por los pueblos perdidos de la Argentina y seguir viaje por Latinoamérica. Quizás pronto te lo encuentres por tu barrio y también podés seguirlo en su blog: www.armadeinstruccion.com.ar

sábado, 4 de julio de 2009

En el Día Mundial del Libro: la importancia de la lectura

Escribe: Boris Espezúa Salmón | Cultural - 26 abr 2009


Además de conmemorarse cada 23 de abril “El Día Mundial del Libro”, conjuntamente se recuerda el “El Día del Idioma” y “Los Derechos de Autor”. Es necesario reflexionar sobre el libro como la fuente de saber, como la referencia básica para complementarnos en el enfoque de realizarnos como Homo Sapiens que somos los humanos, en circunstancias en que se lee menos, se publica libros cada vez para lectores reducidos, y donde el libro está más alejado de grandes sectores de la población.

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La lectura es un medio para tener acceso al saber, y en esa línea puede modificar nuestro destino escolar, profesional y social, en ese sentido tomar conciencia de que los libros son el saber, de que el saber equivale a la libertad y a la adquisición del poder es importante porque difícilmente puede uno que sabe dejarse engañar. Leer para tener acceso al saber, en cualquier edad, es algo que puede ayudar a no caer en la marginación, a conservar un poco los vínculos sociales, a mantener el dominio sobre un mundo tan cambiante. Ya lo expresaba así Michele Petit, en una obra que publicó en el 2000: “Nuevos acercamientos a los jóvenes a la lectura” que: “La vida del ser humano es en gran medida el peso de las palabras o el peso de su ausencia. Cuanto más capaz es uno de nombrar lo que vive, más apto estará para vivirlo, y para transformarlo. Cuando carece uno de palabras tiene dificultades para comprenderse a sí mismo, para expresar su angustia, su coraje, y no le queda más que el cuerpo para hablar. Por lo que la lectura nos ayuda a construirnos a nosotros mismos, y a construir la sociedad”.

Lo primero que debemos hacer para cambiar esta situación es vencer el miedo al libro, para ello es necesario que las familias puedan crear las condiciones de un ambiente propicio para leer, y hagan algo asequible, familiar los textos en su hogar, con lecturas básicas, sencillas que encierren mensajes constructivos, se debe además fomentar desde la familia el hecho que los hijos, como los padres en forma compartida tengan horas de lectura a fin de inculcarles el hábito de leer, por lo que implicará organizarse en el tiempo, y lo óptimo es hacerlo por lo menos una media hora diaria, y seguir aumentando paulatinamente a más tiempo, hábito que no debe abandonarse en toda nuestra vida, por lo que se debe tener constancia, mejor aún si es que los padres pueden conversar o debatir los contenidos de lo que se ha leído, ello resultará gratificante, a fin de reforzar dichos contenidos y de tener doble asimilación en el aprendizaje.

Por cierto también tiene su parte el Estado en el rol promotor de la lectura, que debe hacerlo en todos los niveles educacionales. El año pasado debió de haberse consolidado el plan lector en todos las instituciones educativas sin embargo una mayoría de colegios simplemente no hizo caso, no promovió en sus estudiantes dicho Plan Lector, con lo que se quedó solamente en buenas intenciones el promover la lectura de parte de un Estado que al parecer no toma en serio sus propias iniciativas, la Dirección Regional de Educación no ha realizado un monitoreo al respecto, ya que verificar el hecho de que si se cumple o no con dicho plan interesa nada a los funcionarios de educación, por más que esté respaldado por una Ley, las razones de algunos centros educativos es que no ven importante promover dicho Plan Lector, porque consideran mejor promover las matemáticas o otras ciencias puras, o por prurito de comercializar con la educación y no complicarse con este tipo de programas, inclusive desacatando de manera unilateral y arbitraria el cambio de muchas asignaturas por otras, lo que tampoco es de interés de la DREP controlar e intervenir. Con un escenario así poco o nada es posible esperar que desde el Estado sea posible promover en serio un plan lector, que tiene como objetivo habituar en el estudiante su acercamiento a la lectura.

Lo segundo que podemos impulsar es que una vez creado el hábito por leer, es que se mantenga dicho hábito, es decir el interés por la lectura, en esa medida se debe crear conciencia en la importancia del leer, que nos abre hacia muchos lugares, sentirnos menos solos, encontrar respuestas a las preguntas que inquietan a los jóvenes por ejemplo. La lectura nos construye, cuanto más capaces somos de darle nombre a lo que vivimos, más aptos somos para vivir, y ser dueños de nuestro destino. Una biblioteca, un libro, es algo que se ofrece, una hospitalidad que se da. La lectura es una experiencia irremplazable, donde lo íntimo y lo compartido están ligados de modo indisoluble, la lectura siempre produce sentido. Sin embargo en nuestra región también el avance de lectores tiene que ver con los formas de acceso a los libros, y si bien es cierto que en la actualidad la única forma de tener acceso a un libro es a través de los llamados “libros pirata” que se venden a precios módicos (de dos a cinco soles), constituye un problema que directamente tiene que ver con la situación socio económica de los estudiantes, y de los que no pueden acceder a libros, porque en el terreno de las priorizaciones, sin llenar el estómago no podemos pensar en leer un libro.

En consecuencia también se trata de ver que el problema del libro en nuestro país pasa por que el Estado no brinda facilidades para exonerar de impuestos a quienes pueden publicar libros, que es toda una odisea, no sólo en la parte económica, sino en lo que las editoriales tienen que pagar en los insumos que encarecen las ediciones. Si a ello agregamos la indiferencia que se tiene de parte del Estado respecto a la cultura en general, es muy difícil que se pueda cambiar las cosas para tener como en Colombia por ejemplo facilidades para editar un libro, y que editoriales importantes puedan promover la promoción de escritores a nivel nacional e internacional, instituciones como las universidades, los colegios profesionales, municipalidades están llamadas a promover la cultura, la investigación, sin embargo vemos que casi no promueven la edición de textos, los espacios de investigadores, el aporte de creadores e intelectuales, con lo que se agrava la situación.

Por lo que en ese sentido tenemos libros caros, tenemos poca promoción de publicaciones de textos, la investigación es escasa, y el quehacer en la cultura genera prejuicios, como que: “la lectura es pérdida de tiempo” o “tiempo desperdiciado”. Sin embargo, el leer nos permite hasta desarrollar nuestra subjetividad y contribuir a reproducir un orden social determinado. Para transmitir cariño por la lectura es necesario que uno lo haya experimentado. La lectura es reparadora en la medida que nos complementa nos permite liberarnos de ciertas perturbaciones, hacernos mantener en nuestra dignidad. El libro nos permite recuperar el sentimiento de la propia continuidad y la capacidad de establecer lazos con el mundo.

Finalmente, en el día mundial del libro, se debe impetrar a que nuestras instituciones del Estado, las instituciones privadas, las familias en general, y los centros educativos de todos los niveles, puedan contribuir de alguna forma a fomentar la lectura, a inquietarse en el ámbito cultural, mediante ediciones de libros, para lo cual está justificado apoyar la cultura. No hacerlo implica contribuir al atraso, al estancamiento de nuestra colectividad que necesita sacudirse de los estancos, de los meandros, para que las nuevas generaciones tengan una esperanza de vida de mayor calidad, evidentemente muy superior al de nosotros.
http://www.losandes.com.pe/Cultural/20090426/21366.html

Mempo Giardinelli: "Hay que recuperar la lectura en voz alta obligatoria"

"Yo propongo recuperar la lectura en voz alta obligatoria en la escuela, entre 5 y 10 minutos diarios", dijo el escritor Mempo Giardinelli ante casi 800 educadores y estudiantes de los profesorados reunidos en el teatro El Círculo. Y fue por más: expresó que no se debe temer a la palabra "obligatoria", después de todo —justificó— "las vacunas también lo son y no están nada mal".

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Mempo Giardinelli llegó a Rosario el lunes pasado invitado por el suplemento Educación de La Capital para dictar la conferencia "Lectura, literatura, ciudadanía y educación en la Argentina del siglo XXI". La discusión por recuperar la lectura en voz alta se instaló cuando el literato y académico abrió el diálogo con los asistentes.
Una docente le planteó la inquietud de que sus alumnos se negaban a leer en voz alta y preguntó: ¿Cómo lograr que lo hagan?
"Esto es parte de un debate de hoy, sobre todo del Plan de Lectura de Nación y de algunas provincias que están impulsando cada vez más la lectura en voz alta", expresó Giardinelli, quien es un asesor permanente de los programas de lecturas.
El autor del "Santo oficio de la memoria" aseguró que el debate mayor es en torno a la obligatoriedad. Para eso tiene un argumento justo: "Las vacunas también son obligatorias y no están mal. De modo que la palabra obligatoria no nos coloca en el lugar del autoritario, la palabra obligatorio en materia de una conciencia educadora y de una estrategia de lectura no debe ser combatida".
Sin embargo, los argumentos de por qué reinstalar esta lectura no se agotan en la escuela: "La lectura en voz alta es la primera y la mejor de todas las estrategias lectoras. Es la más amorosa, más gratuita, más libre, más delicada y más entusiasmante que hay".
Para explayarse en esa idea invitó a los asistentes a hacer la prueba con "el marido, el novio, la novia, la esposa" o la familia. La invitación fue sencilla pero prometedora: simplemente leer en voz alta un poema de Neruda, un cuento breve de Cortázar, de Gorodischer o Blaisten, que no demande más de un minuto, que no encuentre excusas en el "estoy cansado o no tengo tiempo", sin ninguna explicación y porque sí. Y esto reiterado por varios días, siempre a la misma hora, como una rutina.
Anticipó que la sorpresa llegaría para el lector cuando esa práctica estética se interrumpiese sin mediar explicaciones. "Cuéntenme la rebelión que van a tener. La lectura en voz alta nunca falla".
Luego insistió en que la propuesta para las escuelas, los maestros y las maestras argentinos es que "abran la jornada escolar con dos o tres minutos de esta lectura frente al aula". "No es la única estrategia, —explicó—, pero sin ninguna duda es la mejor. Créanme que hay experiencias fabulosas en el mundo de cómo ha bajado la violencia, de cómo se mejora la convivencia. Es tan sencillo y además es barato, porque es gratis. Qué más queremos".
Para dar más muestras de estos logros se refirió a la experiencia de las Abuelas Cuentacuentos que trabajan en el Chaco y son parte de los programas de su fundación (www.fundamgiardinelli.org.ar). Recordó que llegan con sus lecturas a barrios donde "ni la policía se atreve", donde ya han dejado huellas en la formación de lectores competentes.
Discusión oficial
La discusión en torno a la vuelta a la lectura en voz alta obligatoria en las aulas se viene dando desde la época de la Alianza, cuando Andrés Delich era ministro de Educación, y siguó con más énfasis con la llegada de Daniel Filmus a la cartera educativa nacional, y ahora continuada con Juan Carlos Tedesco. "Todos de alguna manera han venido pensando en esta posibilidad de hacerla obligatoria", confesó Giardinelli.
De hecho, el Ministerio de Educación nacional produjo el año pasado unas guías con sugerencias para recuperar la lectura en voz alta en las aulas
El escritor se reconoció ante el público como "el responsable" de la urgencia de instalar nuevamente la lectura obligatoria como era antes, una necesidad desarrollada en su libro "Volver a leer" (2006).
Para que no quedaran dudas de su respuesta, Mempo le sugirió qué hacer a la docente que trasladó la inquietud inicial: "Maestra, si los chicos se niegan a leer en voz alta, leele vos, seleccioná bien el texto, y vas a ver que al 5º día o al mes, seguro que uno de esos 30 o 40 vándalos que están en el aula aparecerá y te dirá: «Seño, ¿no me deja leer a mí?». Y después de un año me contás".

Mempo Giardinelli: "El que no lee está perdido"


“La cuestión de la calidad educativa es vista, por la mayoría de los argentinos, como un problema de otros”, sostiene el escritor y periodista Mempo Giardinelli. Batallador incansable por la promoción de la lectura, remarca que pese al consenso existente sobre la importancia de que los chicos se acerquen a los libros, muchos de los que sostienen esto no leen.


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Sin vueltas y agudo con sus respuestas, y con un fuerte compromiso social, no duda en explicar que si demandas como la inseguridad o la encabezada por las patronales del campo movilizan más que las ligadas a la educación, se entiende por la ligereza con la que algunas capas sociales “compran reclamos que no son de ellos o se alarman por lo que les dicen los medios, que en este país no son inocentes”. “Es típico de las clases medias creerle a la tele y a las revistas tontas”, dispara el escritor, y remata parafraseando al padre de la escuela pública argentina: “Ya lo decía Sarmiento: el que cree, no piensa. Y yo agrego que el que no lee está perdido”.

Pero en esta discusión marca que el centro del problema está en los adultos, porque si los chicos “ven que padres y maestros se pasan cinco horas por día haciendo zapping frente a la tele como idiotas, pues desdichadamente ellos van a hacer lo mismo”.

Giardinellí nació y reside en el Chaco, y estuvo exiliado en México en tiempos de la dictadura. El autor de “Santo oficio de la memoria” estará el lunes en Rosario para brindar la conferencia “Lectura, literatura, ciudadanía y educación en la Argentina del siglo XXI”. La cita es organizada por el Suplemento Educación de La Capital y será a las 18.45 en el teatro El Círculo, Laprida y Mendoza.

—¿Qué lugar ocupaba en su hogar la lectura cuando era chico?

—Siempre digo que si soy escritor es porque de chico fui lector. En mi casa, aunque era un hogar bastante humilde, se leía mucho: mi papá el diario, mi mamá y mi hermana libros y revistas. Y como los niños hacen lo que hacen sus padres, y yo veía que ellos leían, con naturalidad, en sus ratos libres, pues me hice lector yo también. Y como además me permitían jugar con sus libros, los libros fueron parte de mi infancia. Entre ellos, Monteiro Lobato, Verne, Stevenson, Salgari. Tan sencillo como eso.

—¿Recuerda alguna maestra que le haya ayudado o incentivado a leer?

—Sí, claro, a los chicos de mi generación nos hacían pasar el frente a leer, y teníamos libros de lecturas. La lectura era importante como vía de conocimiento y se la consideraba un pilar fundamental de la educación, que es lo que en realidad es. Tengo un recuerdo muy hermoso de mis maestras y de algunos compañeros que leían muy bien.

—Con respecto al tema de su charla en Rosario: ¿Hay alguna lectura que ayude más que otra en la construcción de ciudadanía?

—Claro que las hay, pero yo siempre evito hacer listados. No creo en las fórmulas de lectura, ni en las recetas. Para construir ciudadanos lo que necesitamos son personas que tengan desarrollada su capacidad de pensar, y para ese desarrollo no hay nada mejor que las buenas lecturas.

—Se suele hablar de la pérdida en las últimas décadas de la cultura del trabajo. ¿Se perdió también una cultura lectora?

—Si con la expresión “últimas décadas” nos referimos a la Dictadura y al menemismo, es obvio que hemos perdido todo eso y mucho más. Pero la expresión “cultura del trabajo”, en mi opinión, no es más que una frase que se puso de moda. Lo que importa es que nos recuperemos como una sociedad con valores, principios, fundamentos éticos y estéticos, y a todo eso llega solamente una sociedad que es lectora. Inversamente, una sociedad que no lee está condenada a la ignorancia.

—El de la calidad educativa es tomado como un tema de fondo de gran preocupación. Sin embargo, pareciera que no moviliza y no “vende” tanto como los reclamos por el campo o la inseguridad. ¿Cuál es su visión al respecto?

—A mí me parece que la cuestión de la calidad educativa es vista, por la mayoría de los argentinos, como un problema de otros: de los maestros, de los niños, de los gobernantes... Mucha gente dice estar de acuerdo en que la lectura es importantísima y que los chicos deben ser lectores, pero ellos, los que dicen eso, no leen... Y con la misma ligereza “compran” reclamos que no son de ellos o se alarman por lo que les dicen los medios, que en este país no son inocentes. Por eso es típico de las clases medias creerle a la tele y a las revistas tontas, como se cree en los horóscopos. Pero ya lo decía Sarmiento: el que cree, no piensa. Y yo agrego que el que no lee está perdido. Literalmente, perdido. Crea en lo que crea.

RELATOS Y REFLEXIONES EN TORNO A LA NARRATIVA

“Los profesores que me salvaron y que hicieron de mí un profesor” -escribe Daniel Pennac en una novela autobiográfica llamada “Mal del escuela”- no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más…Y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente, nos repescaron. Les debemos la vida”.

Este párrafo sintetiza, a mi parecer, una novela autobiográfica en la que este escritor, hoy profesor universitario, recorre sus experiencias infantiles y juveniles para mirar con nuevos ojos la escuela. Mirar el pasado guarda una apariencia de necesidad causal que, quizás, esta historia pretendió denunciar aun cuando su narración cuidó de no caer en un enfoque determinista. Reconocemos la diferencia entre los eventos vividos de los eventos contados y, por tanto, las búsquedas de este profesor por recuperar en su propia historia una lección para los docentes de hoy.

La investigación narrativa es un proceso de colaboración que conlleva una mutua explicación y re-explicación de historias a medida que la investigación avanza. La investigación narrativa es una forma de narrativa empírica en la que los datos empíricos son centrales para el trabajo. Los datos como en cualquier investigación de corte cualitativo e interpretativo pueden ser recogidos en forma de notas de campo de la experiencia compartida, en anotaciones en diarios, en transcripciones de entrevistas, en observaciones de otras personas, en acciones de contar relatos, escribir cartas, producir escritos autobiográficos o biográficos, en programaciones de clases, materiales escritos como normas que constituirán una trama en la que la totalidad quedará expuesta. Se trata de una fuente de datos rica y elaborada de forma que enfoca las particularidades concretas de la vida de modo tal que se creen relatos poderosos.

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“N., Directora de un instituto parisino, controla mucho las ausencias. Pasa lista personalmente en sus clases de último curso. No aparta los ojos, especialmente de un reincidente al que ha amenazado con la expulsión a la próxima ausencia injustificada. Esa mañana el muchacho no está; es la gota que hace rebalsar el vaso. N. llama inmediatamente por teléfono, desde la secretaría, a la familia. La madre, desolada, afirma que su hijo está efectivamente enfermo, en cama, ardiendo de fiebre, y le asegura que estaba a punto de avisar al Instituto. N, cuelga, satisfecha; todo está en orden. Salvo que, de regreso al aula se topa con el muchacho. Sencillamente, estaba en el baño cuando pasó lista” (Pennac: 2008, 73-74). Memorables historias, sostiene el autor, de complicidad adulta con la mentira del niño. Nos advierte en torno a las sociedades que se edifican sobre la mentira compartida. Historias de escuelas que permiten hablar de la mentira y convocarnos a pensar en ella.

Una de las cualidades sustantivas de las narrativas es la de volver a contar de formas nuevas las mismas historias y en este re contar es probable que las historias cambien, se alteren los significados de las acciones y se generen nuevas historias para ser contadas.

La narración en la enseñanza

Vivimos rodeados de relatos que se supone en la escuela tienen valor educativo y van a permitir que seamos mejores personas porque están destinados a hacernos bien. Presuponen cambios ciertos y duraderos. No se trata de una visión pragmática o utilitaria sino de una perspectiva moral amplia que nos hace preguntarnos acerca de cuáles son los mejores relatos, cómo presentarlos en el aula, ordenarlos, diseñarlos e incorporarlos en las rutinas escolares. Pero, también el relato constituye en sí mismo el saber del que queremos disponga el estudiante. Y se suceden historias inventadas y otras biográficas, relatos magistrales, relatos que con aura iluminan y dan sentido a la vida de los maestros y estudiantes.

“Inventar historias y contarlas a otros con tanta elocuencia como para que las hagan suyas, las incorporen a su memoria –y por tanto a sus vidas- es ante todo una manera discreta, en apariencia inofensiva, de insubordinarse contra la realidad. ¿Para qué oponerle, añadirle, esa realidad ficticia, de mentiras, si ella nos colmara? Se trata de un entretenimiento, qué duda cabe, acaso del único que existe para esos ancestros de vidas animalizadas por la rutina que es la búsqueda del sustento cotidiano y de la lucha por la supervivencia. Pero imaginar otra vida y compartir ese sueño con otros no es nunca, en el fondo, una diversión inocente. Porque ella atiza la imaginación y dispara los deseos de una manera tal que hace crecer la brecha entre lo que somos y lo que nos gustaría ser, entre lo que nos es dado y lo deseado y anhelado, que es siempre mucho más. De ese desajuste, de ese abismo entre la verdad de nuestras vidas vividas y aquellas que somos capaces de fantasear y vivir de a mentiras, brota ese otro rasgo esencial de lo humano que es la inconformidad, la insatisfacción, la rebeldía, la temeridad de desacatar la vida tal como es y la voluntad de luchar para transformarla, para que se acerque a aquella que erigimos al compás de nuestras fantasías” (Vargas Llosa M.: 2008,16-17). Y en el vaivén de historias surge, en oposición y reflejo, en los salones de clase, el método biográfico que se instala conformando otra manera de narrar. La elección de este método puede favorecer los enfoques interdisciplinarios y permite superar las visiones fragmentarias de la ciencia, la técnica o el arte.

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También en las biografías, encontramos puntos de inflexión o hitos que permiten entender con mayor profundidad los contextos en que se inscribe esa vida. Reconstruyen el contexto de una época o de una comunidad científica o cultural desde la perspectiva interpretativa de una de las personas.

Philip Jackson, profesor de la Universidad de Chicago, en un capítulo de su libro Enseñanzas Implícitas, cuenta una extraña historia de la que fue protagonista. Estaba invitado a dictar una conferencia relativa a la investigación en Bélgica que tenía como foco el pensamiento de los profesores. La charla que dictó consistió en un largo poema sobre la enseñanza que luego se decidió a comentar. El análisis del poema podía significar nuevas comprensiones en torno a la enseñanza. El poema relata la historia de un señor adulto, quizás el propio autor del poema, que llega hasta su antigua escuela.
Se suceden en este complejo poema recuerdos pero también interrogantes respecto de lo que aprendió el docente de sus estudiantes. Interrogante que con torpeza infantil indaga también por la capacidad de aprender del maestro. Se suceden lecciones que recuerda el narrador y que tienen por objeto dar cuenta del sentido de su regreso a la escuela que le permite, con la visión del poeta, penetrar en los sustratos de significación que subyacen por debajo de toda apariencia. A esta lección se llega minuciosamente y con nostalgia. La melancolía tiñe los recuerdos del pasado y, al finalizar, el testimonio del aprendizaje más maduro. Nos preguntamos si el poema instala una forma narrativa diferente. Si es posible, al igual que un film o una obra pictórica, dar cuenta de cómo estas obras pueden contener una forma de entender y participar en el conocimiento.

También Jackson, en el libro citado, recupera sus recuerdos de maestros memorables, recuerdos a veces borrosos, a veces imprecisos que vienen entrelazados de sus logros estudiantiles. Entre líneas podemos reconocer en esas historias cómo logró que las cosas difíciles pudieran ser fáciles y no muchas más cuestiones que quedan entre las preocupaciones del autor por su difícil diferenciación, se encuentran en el manto de lo implícito al reconocerse como influencia real o imaginada. Sostiene Jackson: “soy portador de marcas del año que pasé con la maestra. Sin embargo, cuando procuro revelar esas marcas, decir cuáles son, ponerlas de manifiesto para que todos puedan verlas, advierto que soy incapaz de hacerlo de un modo que convenza al escéptico, incluso al escéptico que hay en mí” (Jackson: 1999,42). Narraciones que bucean en el recuerdo del pasado y que se proyectan en las búsquedas de entender una difícil profesión signada por los recuerdos desprolijos y desaliñados de las vivencias pasadas: presiones y búsquedas de ser docente a la manera de o no serlo por el recuerdo de.

El hombre es un narrador de historias, escribe Jackson citando a Jean Paul Sartre. Vive rodeado de sus historias y de las ajenas, ve a través de ellas lo que sucede y trata de vivir su vida como si la contara. Esto significa que a lo largo del día siempre escuchamos o contamos alguna historia (Jackson en McEwan y Egan: 1998, 26).

La investigación y la narración

La narrativa como estrategia metodológica de la investigación didáctica nos permite a los docentes y estudiantes contar historias de la enseñanza, recuerdos, expectativas o sueños. No se trata de un simple registro: en el contar, seguramente las historias se alteran, contribuyendo a su evolución. No buscamos ni establecemos la verdad, sino que tratamos de comprender de una manera vital el mundo de las prácticas. El método narrativo refiere a historias integrales, no incidentales, aun cuando los relatos de incidentes críticos puedan ser parte de las historias. Sostienen McEwan y Egan que cuando situamos eventos extraídos de nuestras experiencias dentro del orden previsto por la narrativa, los relatos se conectan en una suerte de alegoría dotada de significación moral. El acto de contar una historia se vincula con el impulso de moralizar la realidad (McEwan y Egan, 1998). También encontramos en estos relatos al maestro épico, que a diferencia del maestro naturalista les muestra a los estudiantes que el currículo es una construcción destinada a tener efectos sobre ellos y los lleva constantemente detrás de las bambalinas para que vean el andamiaje y las tecnologías de su construcción (Sarason, 2003).

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En estas narraciones, que se constituyen en investigaciones acerca de la profesión docente, los maestros como Philip Jackson (1999) nos muestran magistralmente los productos de la realidad investigada. Nos preguntamos, al leer y estudiar al maestro y entender el desafío que esta metodología implica, si al construir estas historias – humildemente, en el terreno de la investigación – no seremos los relatores de las nuevas novelas rosa, prensa amarilla, teatro épico, tragedias o guionistas de un film de aventuras. Pero este desafío se transforma en un abismo cuando reconocemos que la investigación en torno a la enseñanza implica por lo menos dos riesgos. El primero se expresa por los difíciles contextos de práctica en los que sucede. Los tiempos están limitados por la sobrecarga laboral de los docentes (que más de una vez se ven compelidos a investigar, carecen de material bibliográfico renovado o de intereses genuinos relativos al tema). El segundo riesgo es la posible transformación de un resultado de una investigación en un dispositivo didáctico. Aquello que experimentamos, se transforma con naturalidad en una nueva prescripción y orienta la tarea de enseñar.

Si vencemos los riesgos y asumimos los desafíos, será posible estudiar las prácticas comprendiendo mejor la realidad en la que se inscriben, valorarlas, transformarlas y dotarlas de sentido moral. Seguramente las historias que nos cuentan y las historias que contemos serán las mejores historias de las prácticas de la enseñanza.

En clave contemporánea enseñar es seleccionar contenidos, darles una secuencia, usar tecnologías, evaluar e investigar. Entender el sentido del oficio en relación con la sociedad y la vida de todos los actores que comparten las instituciones es contextualizarlas en las actuales demandas y en lo que dejaron de demandarle a la escuela, es entender para intentar educar en una sociedad más justa en el marco de una estructura microsocial ejemplar.

Edith Litwin

www.educared.org.ar/enfoco/ppce/temas/48_la_narrativa/