viernes, 14 de agosto de 2009

10 consejos para leer un periódico

Comparto con Uds. los consejos que nos brinda la
Unión Católica de Informadores y Periodistas de España (UCIP-E)

Fuente: CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA

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1. Lo ideal es leer dos o más periódicos de tendencias contrarias, para poder contrastar y discernir con más elementos de juicio. Pero si usted sólo es lector de un periódico, elija habitualmente el mismo; aquel cuyo ideario le sea más afín y le agrade más el proyecto informativo que desarrolla. Esto es, el estilo, la selección y valoración de informaciones, la manera de titularlas, cómo las destaca, etcétera.

2. Tenga presente que la objetividad pura no existe. Idénticos hechos son publicados por cada periódico en función del ideario y presentados según el proyecto o estilo propio del periódico.

3. Aceptando esa objetividad tendenciosa (dicho sea sin ánimo peyorativo) hay que distinguir qué es información y qué es opinión. Aquella debe ser sólo eso, mera noticia, y hay que exigirle que ni oculte datos ni los desvirtúe. Cuando la información va acompañada de opinión, infórmese de quien la firma, porque a la difícil objetividad hay que añadir la subjetividad de quien la escribe.

4. Un periódico bien hecho es aquel cuyo contenido puede captarse durante los diez minutos del desayuno. Haga esa primera observación mientras va seleccionando aquellos temas que leerá después con más detenimiento.

5. No se deje deslumbrar por los titulares de una noticia, pues no siempre reflejan sumariamente su contenido. Hay que leerla íntegramente antes de emitir un juicio. Si lo hace con espíritu crítico, podrá darse idea de la desinformación que puede padecer aquel que sólo es lector de titulares.

6. No olvide nunca que la letra impresa no es dogma de fe ni siquiera signo de veracidad. Los hechos han podido ocurrir de manera diferente a como se cuentan. Guárdese, por tanto, de toda información que no vea debidamente contrastada o no recoja la versión de todas las partes. Las noticias suelen ser incompletas en el momento de su publicación. Es necesario, pues, un seguimiento de las mismas en días sucesivos para disponer de más datos.

7. Los columnistas no son infalibles en sus observaciones. Léalos con espíritu crítico, con la intención de encontrar discrepancias con su propio criterio. Es un buen ejercicio para desarrollar la capacidad de análisis.

8. No desdeñe la lectura de los editoriales. Si se identifica de alguna manera con el ideario de su periódico, los editoriales le ayudarán en la formación de un criterio serio y fundamentado.

9. En los contenidos relativos a la religión o a la vida de la Iglesia, conviene acudir a las publicaciones o revistas especializadas, ya que, por lo general, salvo algunas excepciones, estas informaciones suelen ser en los periódicos menos objetivas que las demás, bien sea por ignorancia, ligereza o prejuicios.

10. Si en lo esencial está de acuerdo con su periódico, escríbale al director cuando encuentre algo que razonablemente él debería evitar. Muchos directores suelen ser muy sensibles a las críticas razonadas, sobre todo si son constructivas y afectuosas.

domingo, 9 de agosto de 2009

Cara a cara. Para Petit, así se transmite el arte de la lectura.

ENTREVISTA MICHELE PETIT SOCIOLOGA FRANCESA
"La lectura construye a las personas, repara, pero no siempre es un placer"
En Buenos Aires, al presentar su último libro dijo: "La lectura es un derecho vital como el agua".
Por: Victoria Tatti

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El discurso sobre la lectura como un placer es complicado porque nació en reacción a otro que quizás era aún peor, el discurso de la obligación. En medios en los cuales leer no siempre es un placer, -porque es difícil, porque existen obstáculos como el alejamiento geográfico, dificultades económicas y prohibiciones culturales, o porque quizás la cultura escrita no estuvo presente-, la persona que no lo experimenta puede sentirse aún más excluida. En esas situaciones desfavorables, muchos logran leer gracias a los mediadores, al acompañamiento cálido de algún facilitador con gusto por los libros, que logra hacer deseable su apropiación". Reflexiva y polémica, con una trayectoria de 17 años en la investigación sobre la lectura, la socióloga y antropóloga francesa, Michele Petit, estuvo en la Argentina y dialogó con Clarín. Aquí presentó su libro "El arte de lectura en tiempos de crisis", editado por Océano.

-Descartada la imposición de la lectura y el 'deber' de sentir placer, ¿qué tipo de acercamiento sugiere?

-La lectura es un arte que más que enseñarse se transmite en un cara a cara. Para que un niño se convierta en lector es importante la familiaridad física precoz con los libros, la posibilidad de manipularlos para que no lleguen a investirse de poder y provoquen temor. Lo más común es que alguien se vuelva lector porque vio a su madre o padre con la nariz metida en los libros, porque oyó leer historias, o porque las obras que había en casa eran temas de conversación. La importancia de ver a los adultos leyendo con pasión está en los relatos de los lectores.

-¿Y en hogares donde no pasa?

-Ahí es donde debe actuar el mediador cultural porque, para que se transmita eventualmente el deseo de apropiarse de la cultura escrita, es clave la relación que cada uno tiene con la propia historia de lecturas, los momentos felices y los dificultosos, todo eso actúa inconscientemente cuando somos mediadores de un libro frente a un docente o un niño. He trabajado en medios rurales o barrios marginales, donde la cultura escrita no es algo dado. Allí, la gente dejaba en claro que hablaba de placer, había podido tener un acercamiento a la lectura, les había ayudado a construirse a sí mismos, su subjetividad o a reconstruirse en la adversidad. Es necesario multiplicar las oportunidades de encuentro y no sólo en el ambiente del aula -porque funciona la idea de la obligación de aprender- sino en otros como las bibliotecas, escolares y públicas. -En una clase, ¿cómo funciona la relación del maestro con la lectura?

-Si el corazón no está, eso sentirá el niño. No se puede ocultar. Es importante que cada mediador se tome el tiempo de pensar en la propia historia con los libros. Porque se puede enviar un mensaje en pro de la lectura y debajo de eso, y sin que la persona se dé cuenta, existe otro, que revela la verdadera relación, profunda, a veces mucho más complicada.

-¿Es lo que prevalece?

-Claro, de inconsciente a inconsciente. Si el deseo no esta allí, el niño lo entenderá. O si el padre lee porque 'tú también debes hacerlo', si pasa por ser una faena austera, un deber a cumplir, lo siente.

-¿Cómo describiría la relación de los lectores con la lectura?

-En general es una relación ambivalente. Epocas en las que uno se sumerge y otras en las que cuesta mucho leer. En algunos ambientes, el hecho de aislarse está mal visto, es una grosería. Al lector a veces se le tilda de egoísta, algo muy frecuente y muy actuante. No se trata de un deber, de entrar en la lectura como en una religión. Hay momentos en que uno está más involucrado. ¡Un poco de libertad! No hay ninguna obligación de estar siempre leyendo.

-Mencionó la función de la lectura en la construcción de la subjetividad. ¿Podría ampliar este concepto?

-Una de las mayores angustias humanas es la de ser caos, fragmentos, cuerpos divididos, de perder el sentimiento de continuidad, de unidades. Uno de los factores por los cuales la lectura es reparadora es que facilita el sentimiento de continuidades, el relato. Una historia tiene un principio, un desarrollo y un fin; permite dar una unión a algo, Y, a veces, escuchando una historia, el caos del mundo interior se apacigua y por el orden secreto que emana de la obra, el interior podría ponerse también en orden. El mismo objeto libro -hojas pegadas reunidas- da la imagen de un mundo reunido.

-Usted presenció la capacidad reparadora de la lectura en comunidades alejadas de la cultura escrita.

-Sólo como ejemplo, en contextos como en Colombia, donde hay programas de lectura para chicos desvinculados del conflicto armado, abandonados, la lectura permite que la gente hable entre sí, que recuperen la palabra. Claro que también hay tiempos de silencio, pero se desencadena un proceso, relanza el pensamiento, la memoria. Algo se alivia.

http://www.clarin.com/diario/2009/06/28/sociedad/s-01947873.htm